Estimados lectores y visitantes: nuestra vida cambia, y a veces, algunas circunstancias la trastocan completamente. En mi caso un evento me cambió la vida completamente durante varias semanas. Un serio problema de salud de mi hija mayor nos obligó a trasladarnos a la ciudad de México - vivimos en el estado de Puebla - y nos ha retenido allí la mayor parte del tiempo desde el 13 de agosto.
Quiero extender un reconocimiento al Instituto Nacional de Pediatría, así como a sus doctores, trabajadoras sociales, enfermeras y a todas las personas que han participado con sensibilidad, profesionalismo y dedicación en la atención de mi hija. El trabajo que realizan es en muchas ocasiones ingrato e incomprendido, pero en otras más es gratificante y apreciado. Pienso que es de elemental justicia reconocer el trabajo que realizan, día con día, no solamente con mi hija, sino con cientos de niños gravemente enfermos.
Hoy que el país está dividido por una contienda electoral sucia de principio a fin (situación reconocida pero no corregida por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación), cuyos resultados finales han dejado con dudas a millones de mexicanos, es necesario empezar a tender puentes para que la sociedad logre su equilibrio. Reconocer el trabajo cotidiano de cientos de mexicanos que en cada jornada ven a la muerte cara a cara es una forma de contribuir a desterrar el odio que han sembrado durante meses los partidos políticos y sus candidatos. Reconocer que los resultados obtenidos son los mejores posibles con las carencias y los recursos con los que cuentan es un homenaje a esas personas. Reconocer que falta mucho por hacer es nuestra responsabilidad para lograr mejores condiciones de vida para todos los mexicanos. Reconocer, en suma, que la realidad no descansa y que debemos enfrentar los retos que este país tiene es una necesidad imperiosa.
Si sucesos importantes ocurrían en mi vida laboral y profesional que me habían llevado a espaciar más de los deseado las publicaciones en mis blogs, me vi forzado a suspenderlas totalmente por las razones ya expuestas. Paulatinamente volveré a publicar, en la medida que logre retomar el cauce normal de mis actividades.
Con riesgo de parecer cursi, les pido que sean felices siempre que puedan.
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